miércoles, 7 de diciembre de 2011

Hiperrealismo español

Antonio López García (Tomelloso, 1936) es seguramente el pintor y escultor más importante que haya dado el Realismo español de los últimos cien años. Sobrino y discípulo de Antonio López Torres. Este artista manchego sigue el camino realista de la pintura, con obras de gran minuciosidad técnica y formal. Su dedicación plena al arte con más de  cuatrocientas obras en su haber entre pinturas, dibujos y esculturas le ha acreditado como uno de los pintores más cotizados en el panorama artístico internacional. En sus composiciones hiperrealistas, de vistas urbanas de Madrid y diversos ámbitos de la vida urbana y de su entorno (habitaciones de casa, la ciudad, la calle), plasma el trabajo minucioso en el detalle. Tras la aparente desnudez expresiva de su obra, se nos abre, tras una mirada más profunda, una propuesta sensible hacia los objetos representados.

Al acabar sus estudios viajó por Italia, Grecia y Francia. Su obra, en la que hay ciertas dosis de melancolía y de tristeza testimonial, se caracteriza por un sentido investigador de lo que es la realidad. Clasificado como pintor ultrarrealista, Antonio López aporta un conocimiento mayor del color como sustancia real, un sentido preciso del dibujo y, sobre todo, un lenguaje de formas capaz de integrar dibujo y color. En repetidas ocasiones se ha declarado profundo admirador de la obra de Velázquez. Pinta con una gran lentitud, fruto de su necesidad de plasmar en el lienzo la infinidad de sensaciones que le produce la contemplación del objeto dibujado. Muchos de sus cuadros son retocados en múltiples ocasiones hasta que los considera definitivamente terminados. Según sus propias palabras: “una obra nunca se acaba, sino que se llega al límite de las propias posibilidades”.
La rotunda definición de los volúmenes en sus primeras obras, Josefina leyendo de (1953),  acusa esa influencia del realismo mágico del quattrocento italiano. La preocupación por la solidez plástica y la composición precisa le lleva también a interesarse por Cézanne y el cubismo; Mujeres mirando los aviones (1954), en temas relacionados siempre con su entorno familiar en Tomelloso.

A partir de 1957, su obra registra un cierto giro surrealizante: figuras y objetos que flotan en el espacio, imágenes sacadas de contexto que se relacionan de forma conflictiva empiezan a poblar sus cuadros. La temporalidad y el deterioro de lo material son notas que definen su estilo hiperrealista. Antonio López es un artista que busca, dentro de la realidad que le rodea, los aspectos más cotidianos tratados con un enorme detallismo fotográfico como lo ejemplifica su obra titulada Cuarto de baño (1967). El pintor busca entre la realidad que le rodea aquellos aspectos cotidianos, que él recoge con un tratamiento pleno de detallismo, rozando lo fotográfico. Sus preferencias van desde las vistas de Madrid hasta los retratos de sus familiares, pasando por los objetos más cotidianos y cercanos. Estamos ante un artista que retrata la vida cotidiana y los rostros y paisajes que le rodean con una fidelidad y profundidad sólo comparables con su extraordinario lirismo.

Considerado uno de los máximos exponentes del Hiperrealismo del siglo XX, Antonio López siempre ha creído que la fuente máxima de creatividad es la libertad y que incluso en las civilizaciones atrapadas por costumbres y religiones asfixiantes es posible alguna clase de libertad expresiva. El paisaje es el género que más se repite en las diferentes etapas de su carrera y casi siempre es fruto de su fascinación por el entorno urbano. El maestro manchego mira la ciudad en momentos que los demás emplean para el descanso y la estudia durante largos periodos antes de ponerse a pintarla. Luego retoca, rehace y corrige obsesivamente, llegando a recuperar piezas que ya estaban en manos de sus clientes para dar otra vuelta de tuerca al proceso creativo. Los otros dos grandes géneros del maestro manchego son la naturaleza muerta y el retrato. Antonio López dota de una importancia sublime a cada objeto que representa en sus bodegones y los rodea de una atmósfera poética sin igual mediante la utilización de una gama de colores siempre tenues y delicados.
Para la figura humana elige casi siempre la escultura, técnica que le permite profundizar en la proverbial preocupación que siente por la forma de las cosas, su volumen y la materia de la que están echas.

La primera gran antológica de su obra tuvo lugar en Albacete en 1985. A esta le siguieron exposiciones en el Museo de Arte Moderno de Bruselas, junto con Tapies y Chillida, y en Nueva York. En 1992, el director de cine Víctor Erice filmó El sol del membrillo, donde reflejaba el proceso creativo del artista. En 1993 presentó su muestra antológica en el Centro de Arte Reina Sofía. Ese mismo recibió el encargo de pintar un retrato de la Familia Real.

Recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1985 y tiene también el Premio Velázquez de Artes Plásticas desde 2006. Representante prestigioso del realismo contemporáneo español, es artista exclusivo de la Galería Marlborough de Nueva York desde 1970. En 1983, le fue concedida la Medalla de Oro de Bellas Artes y la Medalla de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Es académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y en 1998 le fue impuesta la Medalla de la Academia de Yuste.

Está considerado como el padre de la escuela hiperrealista madrileña y su estilo ha influido en artistas como Toral o VillaseñorSu obra empieza a ganar reputación. Primero nacional, en 1961 celebra su primera muestra individual en una galería comercial de Madrid y enseguida internacional, entre 1965 y 1968, expone en la Staempfli Gallery de Nueva York. Es el pintor español vivo más cotizado, después de que una de sus pinturas, Madrid desde Torres Blancas, fue subastada el  en Londres por 1,8 millones de euros, lo que le convierte en el artista español vivo de mayor cotización. Con el imponente paisaje urbano Madrid desde Torres Blancas, el pintor Antonio López logró batir la cotización de un artista español vivo, sentenciada por el martillo de la sala Christie's en la colosal cifra de 1.385.250 libras esterlinas.

Lo que tal vez no sea tan conocido es que, Antonio López, es también un magnífico escultor. Es sabido que el artista en la mayoría de los casos emplea años en completar cada una de sus obras, su minuciosidad y afán de perfección le lleva a algo parecido a la obsesión, como él mismo ha reconocido. Un ejemplo son sus impresionantes esculturas Hombre y Mujer”.

Su historia comenzó, en forma de dibujos, en 1961. Y el nacimiento de las figuras modeladas a tamaño natural tuvo lugar en 1968, aunque no serían finalizadas hasta 1994. Una “historia desmesurada”, como él mismo dice. En 1973 el autor dio por terminada a la mujer, año en que las esculturas fueron adquiridas por una coleccionista americana. Pero, con permiso de la dueña, que nunca llegó a tenerlas físicamente, Antonio López continuó trabajando en la figura del hombre durante muchos años en su taller. Realizadas en madera de abedul, constan de muchas piezas pequeñas talladas y ensambladas entre sí, mediante tornillos, encoladas, y policromadas al óleo y mediante pigmentos. Los ojos son de cristal, por lo que las figuras parecen vivas, especialmente el hombre, cuyo rostro tiene tanta expresividad que da la impresión de que te devuelve la mirada. Más de treinta y cinco años después de que Antonio López realizara los primeros dibujos, siendo aún un joven de 25 años, ambas figuras llegaron al Museo Reina Sofía, y allí se encuentran desde octubre de 2001. Adquiridas por la empresa Repsol, pasaron a ser propiedad del Estado como pago de impuestos por parte de esta compañía.
Muy cerca del Museo, al otro lado de la glorieta de Atocha, hay otras dos esculturas de Antonio López. En el verano de 2008 fueron instaladas en la estación dos esculturas de gran tamaño tituladas Día y NocheEncargadas por el Ministerio de Fomento en 2002, fueron colocadas en el vestíbulo de las llegadas en la estación de la Puerta de Atocha. Las pueden contemplar los viajeros que llegan en el AVE a Madrid, o los que esperan a esos viajeros en el gran vestíbulo, escenario perfecto para esas esculturas gigantes.
Estos bustos de bronce de tres metros de alto por tres de ancho necesitaban espacio para poder trasmitir la ternura que encierran, y aquí lo han encontrado. La niña despierta y la niña dormida representan para el autor el día y la noche, el paso del tiempo acompañado por el paso de los trenes. Las cabezas fueron fundidas en bronce a partir de moldes de escayola, e instaladas sobre sendas peanas; cada escultura pesa más de dos mil kilos.

"La vida, el hombre y la mujer, el tiempo, el día y la noche"El gran artista del realismo, Antonio López García,  parece también un gran filósofo.